¡Y llegaron los mosquitos!

12.07.2015 21:07

    Después de unos días en los que sólo teníamos nubes y lluvia, por fin se ha despejado, ha salido el sol y con él, los mosquitos. Pensé que no sería para tanto, pero es que no consigo hacer cuenta de cuántos mato al día. Sin embargo, estas son las únicas malas noticias que tengo, para que os hagáis una idea.

    El viernes pasado mi supervisor, Reiner, nos invitó a mí y a los que trabajamos en el mismo equipo (Gerard, Stefan, Reika, Maria, Albin…) a una cena en su casa. Cenamos al aire libre, a la luz del sol (por supuesto), y me sentí como en familia. La verdad es que me encanta la habilidad de los suecos para hacer de todo encuentro algo acogedor y hogareño. El buen hombre este nos había cocinado unas lentejicas rojas al estilo sueco, con crema, cerveza para acompañar, queso, mantequilla y pan rústico casero y calentito que Albin tuvo el detalle de hornear justo antes. Oh! Y tuvimos tarta de chocolate con helado de vainilla de postre! Vamos, todo un banquete, y la conversación no pudo ser también más entretenida. Todos nos dimos a conocer un poco más, y yo de paso aproveché para recordar mi japonés con Reika, que se sentó a mi lado. 

    En esta misma cena, Reiner me invitó a Reika y a mí a ir a Noruega al día siguiente, y así hicimos. Estuvimos haciendo un poco de senderismo (aunque más bien diría que casi escalando, por la pendiente que teníamos) y luego fuimos más al sur de Narvik, al final de un fiordo, a almorzar y pescar. Albin había hecho kanelbullar caseras para todos. Es un encanto. Vive con Reiner en la misma casa, dentro del pueblo de Abisko (la estación científica está a 1km más o menos), y siempre que estoy con los dos me da la sensación de que estoy viendo con mis propios ojos un maestro y su aprendiz de estos a la antigua usanza, cuando el sabio anciano convive con el joven aprendiz enseñándole todo conforme andan por el campo y teniéndole la confianza y el cariño que le tiene un padre a su hijo. Todo tan entrañable. Me encanta.

    Aunque lo intentamos los cuatro (Reiner, Reika, Albin y yo), sólo Reiner pudo pescar un bacalao y un arenque, pero la alegría la compartimos todos. La verdad es que fue un día increíble que no me esperaba tener. Y no me canso de ir a Noruega. Ahora está tan cerca!

    A la vuelta Reiner tuvo el detalle de regalarnos los peces a Reika y a mí, así que ahí los tengo en el congelador esperando su oportunidad para servirme de cena un par de noches no muy lejos de hoy. Y como ahora me siento en deuda, estoy pensando en hornear yo también alguna hogaza de pan y hacer arroz con leche y llevárselo en agradecimiento.

    Hoy domingo tenía que ayudar a María por la mañana a poner unos vasitos con algas y bacterias en 4 ríos a 50km de la frontera noruega, y echamos toda la mañana con ello, pero aprendí a usar el medidor de flujo, el gps que usan aquí para marcar las coordenadas de los sitios de muestreo, y le ayudé a tomar las muestras que necesitaba mientras ella instalaba los cultivos en el río. De cuando en cuando le preguntaba alguna palabra en sueco. En fin, una mañana bastante productiva! El resto del día lo he pasado en la estación de un lado a otro, y mañana creo que tengo que ir con Gerard a muestrear también. Mi día a día ha cambiado tanto de repente… pero estas prácticas no hacen sino mejorar.

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